30 de abril de 2016

LÍNEAS QUE SE ME OCURREN A PARTIR DE LA NADA

Líneas discontinuas,
parpadeo incesante.

Sí, no. Sí, no.

Así una y otra vez.

A veces,
es un segundo.
Otras veces, menos tiempo.

Lo que está claro es que es distancia entre movimientos.

Movimientos que tienen dueño; nombre y apellidos.

¡Y son motivos
por los que el movimiento merezca la pena!

Hacer algo por alguien; mover un dedo o trasladarte a una montaña...

La gratitud del primer movimiento es ínfimamente menor a la del segundo acto, ''porque no supuso apenas esfuerzo'' creen algunos...

Pero olvidamos que no es solo cuestión de movimiento, también lo es de pensamiento.

¿De qué sirve trasladarte a una montaña si mientras caminas no piensas en quien te ha animado?
¿Por qué menospreciar a quien mueve un dedo por ti cuando mucho antes de ejercer el movimiento ya te pensaba?

Valóralo en todas sus acepciones.



PALM,
XX

2 de abril de 2016

LA SUERTE

Un granjero vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus paisanos lo consideraban afortunado porque tenía un caballo que utilizaba para labrar y transportar la cosecha. Pero un día el caballo se escapó. La noticia corrió pronto por el pueblo, de manera que al llegar la noche los vecinos fueron a consolarle por aquella grave pérdida. Todos le decían: <<¡qué mala suerte has tenido!>>. La respuesta del granjero fue un sencillo: <<puede ser>>. Pocos días después, el caballo regresó trayendo consigo dos yeguas salvajes que había encontrado en las montañas.

Enterados los aldeanos, acudieron de nuevo, esta vez a darle la enhorabuena y comentarle su buena suerte, a lo que él volvió a contestar: <<puede ser>>. Al día siguiente, el hijo del granero trató de domar a una de las yeguas, pero ésta lo arrojó al suelo y el joven se rompió una pierna. Los vecinos visitaron al herido y lamentaron su mala suerte: pero el padre respondió otra vez: <<puede ser>>.

Una semana más tarde aparecieron en el pueblo los oficiales de reclutamiento para llevarse a los jóvenes del ejército. El hijo del granjero fue rechazado por tener rota la pierna. Al atardecer, los aldeanos que habían despedido a sus hijos se reunieron en la taberna y comentaron la buena estrella del granjero, mas éste, como podemos imaginar, contestó nuevamente: <<puede ser>>.




He aquí la vida.

PALM